Los adelantos tecnológicos que se suceden en estos tiempos
que nos ha tocado vivir además de imparables son, como en pocos momentos de la
historia, revolucionarios. Y lo son porque cambian continuamente nuestra forma
de vivir y nuestra manera de ver y entender las cosas. No sólo porque rebatan todos los días y de
forma eficaz las teorías que se alejan de la realidad que pretendían explicar,
sino porque modifican permanentemente nuestra perspectiva del mundo. Hablo, por
ejemplo, de los modernos artefactos que surcan los cielos, teledirigidos desde
tierra y que, convenientemente equipados, nos devuelven “on line” (¡toma
jerga!) imágenes de nosotros mismos y de nuestro entorno tal y como las vería
un pájaro que volara a la misma velocidad y altura, y describiendo el mismo
trayecto. Efectivamente y por capricho de los que asignan los nombres a
artilugios y cosas: los drones. Pueden servir para otros menesteres, incluso para
algunos poco ejemplares y contrarios al beneficio de la humanidad, como
bombardear a la población civil, pero disfrutemos aquí de los buenos usos, de
los que nos ayudan a comprender lo que nos rodea y a ser mejores, y combatamos
los otros en la medida de nuestras posibilidades.
Conocen los lectores de esta magnífica publicación mi debilidad
por las vistas aéreas, una afición que cuando se trata de imágenes de Hacinas
raya en la obsesión bien entendida. He contado varias veces aquí el placer que
me reporta analizarlas y poner en relación la perspectiva aérea con mis
referencias callejeras de simple peatón. Desde aquella mítica fotografía aérea firmada
por Paisajes Españoles que adornó
durante años las paredes de nuestras casas y que a lo mejor duerme el sueño de
los justos, cubierta de cagadas de mosca, en algún rincón de su desván, hasta las
más modernas que podemos encontrar en internet tomadas desde naves tripuladas
aunque sea precariamente, como aquella mítica de nuestro pueblo sacada desde un
parapente a la que le dediqué un artículo en esta revista en el último
trimestre de 2007 titulado “Hacinas desde el aire, un corazón tendido al sol”, desde
la una a la otra, un abismo nos contempla. Pero el avance es imparable y lo que
acabo de descubrir, motivo por el cual les estoy entreteniendo ahora, marca un
nuevo hito en el conocimiento de Hacinas y sus alrededores. Me refiero a dos
reportajes tomados desde sendos drones recientemente: uno está incluido en la
serie de documentales de la cadena TVE-2 titulada “Los bosques protectores”,
concretamente el emitido el día 20 de noviembre de 2016 con el título “Bosques
de piedra”, que es muy fácil volver a ver buscando en la página web de esa
cadena (“A la carta”), y el sorprendente y gratificante reportaje aéreo
producido por un joven hacínense (otro “JASP”, ya saben, jóvenes, sin duda,
aunque sobradamente preparados) y que ha circulado “por las redes” locales en
los últimos meses.
Búsquenlo si no lo conocen y les garantizo que su visión no
les dejará impasibles. Lo maravilloso de esta nueva forma de percibir la
realidad reside, claro, en todo lo que aporta el movimiento. Se mueve usted,
como si viajara a lomos del pájaro de plástico, y simultáneamente se mueve todo
lo que pasa en la tierra, aunque nadie haya despegado los pies del suelo en
ningún momento, ni usted, cómodamente sentado en su casa, ni el autor del
reportaje, al que me imagino con su mando a distancia, dirigiendo las
operaciones desde el castillo, un suponer. Y a pesar de ello la sensación es
auténticamente la de volar. Sorprende mucho apreciar cómo cambian colores y formas
cuando se introducen variables de velocidad y altura y cómo la luz (mediodía o
crepúsculo) nos devuelve realidades que parecen pertenecer a lugares
completamente distintos, aunque no nos movamos de nuestro precioso pueblo.
El excelente video del que les hablo cuenta con un montaje
musical que mejora la comprensión de las imágenes y hace otra aportación que no
había apreciado hasta ahora analizando las imágenes estáticas: la de brindarnos
la mirada de cómo son y qué contienen los lugares más recónditos y escondidos
de la geografía urbana, como parcelas, fincas, prados y arreines, en especial cuando los obstáculos a la visibilidad desde
el suelo no lo permite. Ganamos en conocimiento, no lo duden, pero perdemos
privacidad. Todo sea por la ciencia, en especial si, como pasa en Hacinas, nada
hay que ocultar. Ningún demérito puede eclipsar el gran avance que significa lo
que les hablo, ni siquiera el hecho de que, como se dijo antes, además de
servirnos para admirar la belleza de un pueblo tan bonito como el nuestro, pueda
aportar material de estudio a inspectores de hacienda, funcionarios del
catastro y chismosos en general. Me dirán que mucho de lo que se ve ya lo
conocíamos de tanto asomarnos al castillo o subirnos a la cima de Sancirbián, y si lo dicen no les falta
razón, pero creo que a pesar de las atalayas naturales con que la naturaleza
dotó a Hacinas, esta perspectiva actual de observar lo mismo pero desde
diferentes ángulos casi simultáneamente, ofrece una comprensión de cómo es
nuestro pueblo completamente nueva y, por lo tanto, muy diferente a lo que
conocíamos hasta ahora.
Disfruten de esos reportajes y comprenderán que vivimos en
una revolución permanente, aunque solo sea en la percepción de la realidad que
nos rodea, incluso de la más cercana y cotidiana. Es maravilloso que a este
avance contribuyan los jóvenes hacínense quienes, por justicia y méritos,
merecían vivir en una época mejor y con más oportunidades. No puede uno
resistirse al progreso y, queramos o no, los artefactos voladores que nos
muestran cómo somos y dónde vivimos, ya forman parte de nuestro mundo. No se
extrañe si cualquier mañana descubre que en el chopo que hay frente a su
ventana ya no anidan los gorriones, sino una familia de drones equipados con
los últimos avances en multimedia y visión nocturna, y que su imagen tomando el
sol ligerito, o ligerita, de ropa en la terraza de su casa, al resguardo de las
miradas indiscretas de los viandantes, se ha convertido en “trending-topic” (¡jodo
petaca!) en las redes sociales.
Manolo Díaz Olalla
(Publicado en "Amigos de Hacinas", 2º trimestre de 2017)
(Fotos, el aviador terrestre y tripulante de drones Miguel Jiménez Cámara)
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