miércoles, 20 de diciembre de 2023

Lechales 43, crónica de la reunión anual 2023 por la Sierra de Burgos


 

Foto oficial "Lechales 43",  Necrópolis de Cuyacabras. Anticipo de la fiesta pagana de halloween

Los pasados días 27 y 28 de octubre se reunió la célebre comunidad de compañeros que más arriba se cita, en sesión festivo-gastronómica, que hizo la número 43, según consta en los anales y en los libros de actas. Fueron 15 los agraciados que disfrutaron en esta ocasión la legendaria fiesta, que comenzó, como es tradición, el día previo en sesión de noche, con degustación de una rica cena elaborada por los propios participantes.

Al día siguiente salieron los mozos a los pueblos de la sierra, donde visitaron preciosos parajes y lugares de interés, aunque las maravillas que conocieron resultaran algo deslucidas por la climatología, bastante adversa. A saber: el mirador de Castroviejo en Duruelo, el yacimiento de huellas de dinosaurios y la necrópolis antropomorfa de Regumiel, los enterramientos del asentamiento medieval de Cuyacabras (Quintanar), donde se hicieron la artística foto oficial, y la casa de la Madera y el comunero de Revenga. Ahí fue nada la parte cultural. En la bella localidad de Quintanar tomaron el aperitivo, que iba haciendo falta, para comer poco después en Palacios. Las visitas matutinas fueron laboriosas, intensas y largas, incluidas las explicaciones históricas y antropológicas del guía Julio, por lo que los cofrades, a la hora convenida, comieron muy bien y echaron la partida sin prisa en el mismo pueblo serrano.

La tarde, entre descartes y pases a chica, se pasó volando y, cuando quisieron darse cuenta, ya estaban en Castrovido, mesa y mantel, para cenar algo ligero, eso sí, que es sabido lo perjudiciales que son para la salud las cenas copiosas. Hubo poco cante este año y, sin pasar siquiera por el bar para disfrutar de una despedida en condiciones, como es preceptivo, se fueron a la cama, qué majos, que los años no pasan en balde y un día lleno de emociones requiere, en cuanto se pueda, reposo y posición horizontal.

No pasan, no, pero estos mozos de la cofradía están cada día mejor, y si se recogen pronto es porque les va entrando algo de juicio, no por otra cosa. Como queda dicho, fue un día, como ocurre todos los años, de gran felicidad, diversión y compañerismo, de esos que no se olvidan. Y para que ustedes tampoco lo hagan se lo contamos desde estas páginas, con la advertencia de que estos chavales lo disfrutan tanto, que uno al año les va pareciendo poco, por lo que amenazan con juntarse trimestralmente. Ya veremos. Les mantendremos informados.

 

Manolo Díaz Olalla

Secretario de la cofradía
Publicado en la Revista "Amigos de Hacinas", 4º trimestre 2023  

lunes, 20 de noviembre de 2023

El hacinés

 

Foto: EFE/Jesús Monroy

Nos quieren parejos, indistinguibles, cortados como por el mismo patrón, igualados, aunque no seamos ovejas, porque así nos pueden pastorear mejor. No nos colocan la barrila porque no pueden, pero cuenten que para ellos ya estamos marcados con remisacos o con aguzos, dependiendo del rebaño, para que no nos chospemos y vayamos todo el día como amorrados. Eliminan lo genuino, lo que nos caracteriza y nos hace diferentes, no quieren mostrencos y les molestan hasta los caretas si llamamos demasiado la atención. Mucho me temo que cualquier día nos mancorvan y nos arremeten con sus cachiporras o nos azupan sus canes.

Es la dictadura de la uniformidad, que busca no solo facilitar la tarea del pastor, burriquero o boyero, depende del “ganao” que acarreen, sino también anularnos como grey y que no nos escarriemos, so pena de hincarnos sus girodias donde más duela.

En todos los manuales de sometimiento y guerra psicológica se marca la prioridad de eliminar todo lo que hace diferentes a los que se quiere dominar, subrayando lo importante que es homogeneizar, equiparar y, si es necesario, apartar a los que difieren, estén esgurriados o tengan badana, que tanto da o, simplemente, sean ojinegras en un rebaño de blancas, anden con modorra o no acudan a escape cuando les chifle el amo. No digo nada si estás machorra o se figuran que seas merina en atajo de churras. Te esquilan, que es como si te dieran un uniforme, y te borran el alias y hasta el apodo para convertirte en un número más.

No duden de que es así, aunque un poco más sutil. Viajas y te cuesta reconocer lo auténtico, lo característico de cada sitio, lo que hace único un pueblo, una ciudad, una cultura o una lengua. Se vive una invasión de restaurantes de las mismas grandes cadenas comerciales donde te ponen la misma manduca y cada vez es más difícil hallar tiendas de barrio o mercadillos donde encontrar productos diferentes. Todos, aquí o allá, en esta o aquélla majada, comemos el mismo pasto y nos surtimos de los mismos aperos. Hasta balamos igual, ese es el problema.

Vamos a Hacinas, hoy en día, y cuesta escuchar que alguien se dio una órdiga o estuvo a punto de descocotarse, si se arranó alguna casona, o si hay que amolarse cuando vienen unos pelujetos de otro pueblo. Más bien, en el bar o en la calle, oyes hablar de influencers, de si algún muchacho imprudente potó en una calleja, de que lo mejor es que rule o de que hay que irse a casa porque va haciendo gusa. O sea, que cierras los ojos y no sabes si estás en la maravillosa localidad serrana que nos vio nacer o nos acogió desde niños, o en Valdepeñas, es un decir. Y a fuerza de perder lo que nos hace únicos y diferentes dejamos de ser pueblo para convertirnos en masa informe preparada para su adecuado manejo.

Sí, efectivamente, los medios de comunicación masiva, con sus enormes ventajas y su incontestable aportación al progreso, acaban con el lenguaje propio de cada lugar y hasta con su idiosincrasia, eso sin hablar de cómo nos someten, como el cojudero a los borregos, al pensamiento único, que esa es otra más peliaguda.

Sofocar lo que no es igual, acabar con esa larvada rebelión de lo dispar, ese es el propósito. Y en esta batalla oculta y permanente, los que dirigen la morcada, en sus mestas, se frotan las manos, porque saben que igualados estamos perdidos, nos apacentan a su antojo, nos llevan a la era que más les guste y, allí, nos venden el puchero que más les interesa y nos lo atan al cuello.

No es fácil, no lo dudo, tienen todas las cachavas preparadas para domarnos y a los perros de la globalización, con sus carlancas erizadas, dispuestos a someternos. Pero propongo desde aquí a los eficientes mayorales que gobiernan el hatajo que somos, munícipes, responsables de las asociaciones, paisanos ilustres, una campaña para promocionar el “hacinés”, maravillosa lengua que aprendimos desde infantes, en peligro de extinción, sofocada por el habla homogeneizada e insulsa que nos meten todos los días en la cabeza, como el merinero atiza a las andoscas descuidadas.

Ojalá que así sea y en unos años podamos celebrar a lengua suelta, chichorros o con ropa, colodros o serenos, mangarranes o de punta en blanco, el renacer de nuestro idioma local, tan rico, distintivo y exclusivo. Lo celebraremos, aunque sea, y por mucho que esté mal visto, echando un caliqueño que, en perfecto hacinés, no es lo que ustedes se imaginan sino un purito de esos esgarramantas, que sueltan malos humos, pero tan buenos momentos nos han hecho pasar.

 

Manolo Díaz Olalla

El día de la Merced de 2023

 

Nota del autor. Las palabras escritas en cursiva son expresiones usadas en Hacinas que no están incluidas en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, según el “Diccionario tradicional del siglo XX de un pueblo serrano-burgalés” (Jesús Cámara Olalla, 2011, editado por la Asociación Amigos de Hacinas), excepcional trabajo que propongo desde aquí como referencia oficial del hacinés.


Publicado en la Revista de la Asociación "Amigos de Hacinas" , nº 181, III trimestre de 2023

viernes, 14 de abril de 2023

La colección

He contado alguna vez mi extraña relación con el baúl de los recuerdos, algo así como de amor y odio a la vez, hasta tal punto que su presencia se ha convertido en algo inquietante que a la vez me atrae y me repele. Seguro que saben a lo que me refiero. 

Algunos que me conocen afirman que padezco un incipiente Síndrome de Diógenes, el de la acumulación infinita, ya que mi incapacidad manifiesta para deshacerme de las cosas que se han cruzado en mi camino raya lo abiertamente patológico. Me río cuando lo oigo, pero últimamente me ha dado por pensar si no tendrán, esos habladores, alguna razón en lo que afirman. Recientemente he tenido que enfrentarme con un cajón que desconocía y del que no me hago responsable, pues nos ha llegado por transmisión hereditaria: se trata de la colección de todos los números de la revista “Amigos de Hacinas”, desde su aparición hasta 2007, que laboriosamente y con todo el cariño guardó mi madre en el fondo de un armario, y que ha salido a la luz al hacer limpieza y revisión de la casa familiar. 

Ojo, me dije, este baúl es peligroso. Si lo abres tendrás que enfrentarte a algo peor que a un álbum de fotos viejo, roído por el tiempo y el olvido, pues en la colección de las revistas estaremos retratados nuestro pueblo, ustedes, yo mismo, no solo en imágenes, sino tal como éramos en ideas, inquietudes, anhelos y sentimientos, lo que pensábamos y lo que queríamos alcanzar, para contrastar todo eso, tantos años después, con lo que somos ahora y lo que hemos conseguido. Todo un reto.

Me lo pensé un rato, pero finalmente empecé a desgranarlas una a una de modo retrospectivo, colocadas en el orden en que ella las dejó, primero las más recientes y al final “los incunables”, y les confesaré que he podido sentir la misma emoción que nuestra madre sentía cuando las sacaba del sobre que acababa de entregar el cartero, para bebérselas de un sorbo primero y lentamente después, durante algunos días, hasta que, finalmente, tras muchas vueltas por la casa y después de un intenso intercambio de mano en mano, se incorporaban al montón creciente del que ahora las extraje.

Agustín Antón, Alcalde de Hacinas, compartiendo con otras autoridades, fiesta de Santa Lucía

Las he hojeado una tras otra y, además del disfrute personal experimentado ante la avalancha de recuerdos que han saltado de sus páginas, me he atrevido a hacer una somera revisión bibliográfica, nada objetiva, más bien muy sesgada por gustos, afinidades y formas de ver las cosas, que a continuación y muy brevemente quiero compartir con ustedes. Como digo es una aproximación muy personal y nada científica, tampoco se pretende, y pido disculpas a tantos y tantas que se quedan fuera de las menciones por razones obvias, en especial por el tiempo y el espacio, esos monstruos implacables que imponen siempre sus normas y sus restricciones. Quienes han contribuido con textos, poesías, fotografías, dibujos y trabajos de diseño, maquetación y coordinación a lo largo de estos años, todos y todas, se merecen no solamente una referencia sino, sobre todo, el agradecimiento general por haber logrado algo tan espléndido como esto. Diremos también que como muchos de los autores ya no están entre nosotros, me ahorraré al lado de su nombre el q.e.p.d. que procede, deseando que así sea.

Me ha encantado leer las joyas escritas por Severiano de Juan, crónicas divertidas, algo ácidas y siempre certeras con que nos alumbraba, desde sus geniales “bromisuegras”, hasta sus maravillosas recetas surrealistas, sus cartas y sus cuentos y he recordado también con deleite el placer que fue entrevistarle para la propia revista y la maravillosa tarde que pasamos, Julio y yo, en su casa con tal motivo.

Precisamente la entrevista es uno de los géneros que un servidor más ha ejercitado para estas páginas, siendo una de ellas, la que realicé a Monseñor Lucas, obispo hacinense radicado en Paraguay, en 1981, mi primera colaboración, aparecida en el número 5. Las aportaciones del que suscribe han sido diversas y tocando distintos palos, culo de mal asiento que diría mi abuela, en la producción literaria como en la vida añadiría yo, abarcando desde las crónicas de viajes por el mundo en misiones humanitarias, hasta las prolíficas memorias de las fiestas de Santa Lucía y las actas reiteradas y siempre optimistas de las reuniones anuales de “Los Lechales”. Mis preferidos, siempre, los relatos de recuerdos infantiles, que tanto he disfrutado escribiendo y recreando en mi memoria, aunque sabiendo de sobra que muchas veces la imaginación desbordaba, en mucho, la realidad de los sucesos.  De entre todas mis aportaciones me quedo con una modesta semblanza que escribí a la memoria de Evencio, nuestro inolvidable amigo y compañero, poco después de su partida física (número 109, 2005).

Para seguir entre amigos y compañeros, he redescubierto textos muy interesantes de Tarsicio (” Contar una fábula”, nº124, 2009), además, por supuesto, de los inigualables escritos por su padre, Anastasio, tan llenos de sabiduría e impregnados siempre de la esencia y la tradición hacinense. Familia de escritores sin duda, mi amigo Agustín nos regalaba por entonces trabajos tan acertados, importantes y cargados de actualidad y de contenido social como “Solteros” (nº 67, 1995), “Adiós, Bar Matías” (nº 66, 1995) o “Sobre el racismo” (nº 57, 1992). Antológico es también el relato sobre su trabajo publicado en Diario de Burgos en octubre de 2004 y reproducido en esta revista en el nº 106, titulado “El cartero tiene quien le espere”, una perfecta y justa reivindicación de la figura del cartero rural a través de la crónica de un día en su vida de abnegado funcionario de ese servicio público.

Una pena que Agustín no haya continuado ilustrándonos con sus acertadas opiniones o, dicho de otra forma, que haya abandonado la pluma, según se vea, porque bien parece que para ser buen alcalde primero hay que publicar en la Revista como él hizo, o Jesús Cámara Sebastián (Jesusín, “el míster” sempiterno del CD Hacinas) quien escribió la preciosa carta, que tanto nos emocionó, titulada “Los buenos vecinos”, dedicada a mi familia tras el fallecimiento de nuestra madre (nº 115, 2007). Y como no podía ser de otra manera, Alberto Gallego, vara de regidor municipal en mano, recibió merecidas loas por su trabajo en la promoción de la riqueza paleontológica de nuestro pueblo en el nº 117 (2007). La presencia del Padre Abdón es también constante y sus textos musicológicos, históricos y culturales nos han hecho entender y querer aún más a nuestro pueblo.

La presencia de Agustina, nuestra madre, no solo se hace patente en el intuido temblor de las páginas que ella pasó tantas veces, sino también en algunos de los textos que publicó, como “Ángel sin alas” (nº 18, 1983), “Testimonio” (nº 51, 1991) y “Niños del doble amor” (nº 85, 1999), todos dedicados, a nuestra hermana María Jesús, ¿a quién si no?, la que daba todo el sentido a su existencia.

Hay artículos por los que no ha pasado el tiempo y, con los años, al contrario de lo que nos ocurre a nosotros, han ganado en belleza sin perder ni una pizca de su sentido o, incluso, lo han incrementado. Es el caso de las colaboraciones del Padre Ventura, tan justas y cargadas de contenido social y de reivindicación laboral, como aquella titulada “Despido libre” (nº 19, 1983) o aquella otra llamada “Hablemos del paro” (nº 38, 1988). Los trabajos de Antonio Cámara, reciente y tristemente fallecido, son golosinas trufadas de conocimiento y amor a su pueblo y, por continuar con su extensa y apreciada familia, las ilustraciones de Jesús Cámara Olalla, su “Diccionario de la lengua hacinense” entregado por capítulos y sus relatos sobre el paso de la guerra civil por nuestro pueblo y comarca, son en sí mismos un lujo que hace grande y solvente a una revista como esta. Y si el otro Jesús Cámara, “el míster”, me lo permite, diré que esas colaboraciones ponen a esta revista en primera división.

Mis amigos, los de mi cuadrilla, un poco de cal y otro de arena, han hecho buenas aportaciones, aunque, la verdad, no han destacado por su prolijidad. Ya hemos citado a algunos, pero habrá que señalar que Julio Cámara, sin ir más lejos, con su “Crónica de un partido de futbol” de 1982 y su “Carnet por puntos” de 2007 (noticia extraída de la prensa local que informa sobre sus éxitos profesionales), así como Teodoro Rey con su “Fiesta de San Isidro“ (nº 16, 1983), hilaron fino con un poco de sorna y otro de rabiosa actualidad. Y no pasa nada cuando nuestros amigos no se deciden a escribir, porque lo hacen sus padres y así todo queda en casa, por eso Timoteo Terrazas publicó un emocionante recuerdo de sus aprietos juveniles una tarde de tormenta titulado “Los últimos que pisaron el puente del molino” (nº 17, 1983).

Las tardes de repaso de la colección me han enseñado, en esta visión retrospectiva y continua, que la revista ha cumplido también su función de informar y acercar la actualidad de nuestro pueblo a los que vivían lejos, sobre todo en una época en que las comunicaciones eran mucho más limitadas que ahora. En este aspecto destaca el número de septiembre de 1990 en su abordaje de los problemas del controvertido destino de la Casa del Cura.

Somos un pueblo de poetas, ya lo saben, es imposible no reconocerlo en esta breve semblanza de los primeros 30 años de la revista Amigos de Hacinas. Y sus poesías y la belleza que generan han quedado suficientemente recogidas en sus páginas. Empezando por mi tío Leandro, singular poeta y lingüista, con su maravillosos texto “Hacinenses en Madrid”, nº 83, 1999, o con “La tarde del domingo” , asombroso y emotivo poema que relata las tareas de mi abuelo Ceferino y el cariño que ponía en ellas una tarde festiva cualquiera, que es casi un himno familiar (nº 5, 1981),  siguiendo por las inspiradas rimas de Vicente del Hoyo hasta llegar a la inmensa obra de Felisa de Juan, publicada también por entregas, poetisa referente para todos los que amamos Hacinas y la poesía, quien domina tanto y tan bien el ritmo de sus escritos que en cada párrafo de prosa crees que estás leyendo un poema.

Esta revisión ha sido una tarea ardua y peligrosa para la salud y la tranquilidad. Pasar las hojas de la historia de nuestro pueblo, hacia atrás, a través de las páginas de la revista y vernos allí reflejados, como pueblo y como individuos, no solo tal cómo éramos, sino también tal como pensábamos y cómo hicimos las cosas, es más que un deporte de riesgo no apto para todos los públicos.

Mítica selección pionera del CD Hacinas

Dejé caer de mis manos la última revista del montón, o sea el primer número, y una vez colocadas en su orden cronológico, doné la colección entera a un querido amigo, un luchador de la cultura de nuestro pueblo, a un generoso hacinense que, además de todas esas cualidades, tiene suficiente sitio en el desván para guardarlas. Cuando vuelvan a reclamar la atención de alguien, quizás dentro de muchos años, en plena era digital, es muy posible que alguien catalogue la colección de “hallazgo arqueológico”.

No se dejen dominar por la melancolía, es mejor pensar que nada está perdido.

 

Manolo Díaz Olalla

Madrid, 26 de marzo de 2023


Publicado en la Revista de la Asociación Amigos de Hacinas, nº180, I trimestre de 2023