domingo, 23 de noviembre de 2014

Los lechacitos cumplen XXXV ...

24 y 25 de Octubre de 2014
Casa de Carlos (Hacinas), Tobera, Frías, Poza de la Sal, Castrovido y Bar La Plaza (Hacinas).
Todo un éxito.
Ahí van las pruebas gráficas...



XXXV y más p'alante!!

Manolo

viernes, 7 de noviembre de 2014

Orquestas



Recibí con júbilo, unos días antes de la celebración de las precoces fiestas de Santa Lucía de este año, una foto del cartel festivo que me envió un buen amigo, quien sin duda quería hacerme partícipe de su alegría. Lo encontró, según me dijo, pegado a una pared en un pueblo de la comarca. Me llamó la atención el original diseño, cigüeña incluida –tendremos que hacerle “pájaro oficial” con la esperanza de que algún día contribuya a subir la tasa de natalidad local-,  y la variada concurrencia de bandas musicales que se anunciaba. 

“¡Cuatro días, cuatro orquestas!” pensé,  y no pude por menos que recordar que en aquéllos años mágicos de nuestra vida, de los que tanto les he hablado en este blog, esta diversidad orquestal era imposible y teníamos que conformarnos con una banda sola. Y sobraba. Pero éramos la mar de felices.

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jueves, 15 de mayo de 2014

Hacinas, ese corazón tendido al sol (2). Nuevas aportaciones

Como alguna vez comenté en estas mismas páginas, siento debilidad por las fotografías aéreas. Y entre todas, las de Hacinas son mis favoritas.

Por esos duendes que pueblan la internet he averiguado que ustedes también lo son. Al menos eso pienso cuando veo que el trabajito que publiqué sobre una fotografía aérea de nuestro pueblo en la Revista "Amigos de Hacinas" del tercer trimestre de 2007 y publicado también en el humilde blog que sobre las cosas de nuestro pueblo regento, es el más leído de todos los que se encuentran en él  (http://bit.ly/T7QaNL), desbancando, incluso, a "Renacuajos" escrito que gozó, hasta hace poco y durante mucho tiempo, de la deferencia mayoritaria de los internautas.

Sorpresa tras sorpresa en esa investigación sobre mis lectores cibernéticos que he podido realizar a través del seguimiento que hacen de aquéllas páginas he descubierto que, tras los españoles, la mayoría de las visitas que se producen, y que son muchas para regocijo personal aunque inmerecido, las realizan lectores de Estados Unidos.

Para ellos y para todos les traigo ahora dos nuevas imágenes de nuestro pueblo  desde el aire que he encontrado "en la nube" (¡qué acertada alegoría!)



La primera de ellas es un picado que nos arroja, también, esa impresión ya sentida en la mítica imagen original, de nuestro querido pueblo como un cuerpo vivo, con sus vasos sanguíneos desplegándose centrífugamente a partir del innegable punto central y cardíaco que es la plaza del ayuntamiento. Deducimos, pues, cómo a partir del urbanismo tácito, los pobladores confieren al aparato administrativo municipal la preponderancia máxima de la vida social y la responsabilidad nutritiva, oxigenante y desintoxicante, sin duda materializada en forma de normas, edictos y avisos que, tras ser dictados, transcurren por calles, callejas y callejones hasta la última célula viva que pueda entenderlos y aprovecharlos, a lo mejor allá, en la última arrein habitada.

La segunda es una fotografía aérea "apaisada", con perspectiva. Nos ofrece, véanlo, una sensación diferente a la anterior. El corazón ha dejado de tener el protagonismo máximo y pasamos a reconocer, a través de ella, las barreras naturales y artificiales que, a modo de murallas modernas, ponen límites al casco municipal. La epidermis. Las casas de "Campo El Valle" (ese barrio lineal residencial) nos protegen de las amenazas que puedan llegar del sur dejando anexa y destacada, como atalaya centinela, la posada. El frontón, rompiendo la estética del caserío, se sitúa en el margen que mira al río y la vega. El Barrio de San Pedro se extiende descuidadamente y como en un extraño afán de estirarse sin medida, para ofrecer al potencial asaltante el flanco más vulnerable de la geografía urbana. Algo parecido sucede por lo de los cazadores, mientras que el margen que mira a Salas aparece más contenido y limitado. Sancirbián, como el castillo, inesperadamente planos a nuestros ojos, pierden aquí su papel preeminente mientras que la arboleda que lo rodea todo conforma una espectral imagen de asediantes a punto de probar la fortaleza de la muralla descrita.

En resumen, dos imágenes fantásticas de nuestro pueblo.

Como quiera que siempre he sido más de corazones que de fronteras yo, personalmente, me quedo con la primera.

Va por ustedes.  Gracias por su atención.
Manolo

In memoriam a dos voces: Leandro Olalla y Caprasio del Hoyo. Mís tíos

Mi tío Caprasio hace pocos años

Los de las orejas "espabiladas" somos mi tío Leandro y yo.
Nos acompañan mi madre y mi padre.
 La Salle, San Rafael,
Mayo 1966





















El pasado 10 de Enero falleció en Griñón, Madrid, el Hermano Leandro Olalla Molinero, a punto de cumplir los 96 años de edad, 79 de ellos como religioso de La Salle. Una vida entera dedicada a la Escuela Cristiana. Era mi tío.

Poco antes, el 20 de Octubre de 2013, nos había dejado, en Barcelona, Caprasio del Hoyo Martín. Le faltaban 5 días para cumplir los 91 años y era viudo de Casilda Olalla Molinero, mi tía. Fue, también y por ello, tío mío.

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jueves, 23 de enero de 2014

Los recuerdos dormidos de mi tío Víctor


Contradiciendo las leyes básicas de la naturaleza y los principios más elementales de la demografía, de los hermanos de mi madre se fueron ellas y se quedaron ellos. Mi madre incluida. La norma universal es aquélla que determina  que nacen más hombres que mujeres y que aquéllos van desapareciendo más y más pronto que éstas de tal forma que las postreras etapas de la vida las alcanzan tres mujeres por cada hombre. Es en esa edad en la que se experimenta tan descomunal desequilibrio de sexos, sí,  y no antes,  por mucho que así lo pretenda cierta cultura popular.

Bien, mi abuela Margarita, esa mujer irrepetible de la que tanto les hablo en estas páginas y con la que aparezco fotografiado, yo un gurriato, en un retrato magistral del que es autor Jesús Molinero y que cuelga de una pared del Bar de La Plaza, y mi abuelo Ceferino tuvieron seis hijos. Todas las mujeres, Victoria, Felipa,  Agustina  y Casilda nos abandonaron ya, alguna de forma muy temprana como mi tía Felipa, mientras que aún tenemos la suerte de que nos acompañen los dos hombres, Leandro y Víctor, situados curiosamente casi en ambos extremos de la lista. Nos acompañan, sí, pero a su manera y en los últimos años, y como efecto de éstos, mostrando más bien poco interés por lo que les rodea.

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