miércoles, 10 de mayo de 2017

Drones






























Los adelantos tecnológicos que se suceden en estos tiempos que nos ha tocado vivir además de imparables son, como en pocos momentos de la historia, revolucionarios. Y lo son porque cambian continuamente nuestra forma de vivir y nuestra manera de ver y entender las cosas.  No sólo porque rebatan todos los días y de forma eficaz las teorías que se alejan de la realidad que pretendían explicar, sino porque modifican permanentemente nuestra perspectiva del mundo. Hablo, por ejemplo, de los modernos artefactos que surcan los cielos, teledirigidos desde tierra y que, convenientemente equipados, nos devuelven “on line” (¡toma jerga!) imágenes de nosotros mismos y de nuestro entorno tal y como las vería un pájaro que volara a la misma velocidad y altura, y describiendo el mismo trayecto. Efectivamente y por capricho de los que asignan los nombres a artilugios y cosas: los drones. Pueden servir para otros menesteres, incluso para algunos poco ejemplares y contrarios al beneficio de la humanidad, como bombardear a la población civil, pero disfrutemos aquí de los buenos usos, de los que nos ayudan a comprender lo que nos rodea y a ser mejores, y combatamos los otros en la medida de nuestras posibilidades.

Conocen los lectores de esta magnífica publicación mi debilidad por las vistas aéreas, una afición que cuando se trata de imágenes de Hacinas raya en la obsesión bien entendida. He contado varias veces aquí el placer que me reporta analizarlas y poner en relación la perspectiva aérea con mis referencias callejeras de simple peatón. Desde aquella mítica fotografía aérea firmada por Paisajes Españoles que adornó durante años las paredes de nuestras casas y que a lo mejor duerme el sueño de los justos, cubierta de cagadas de mosca, en algún rincón de su desván, hasta las más modernas que podemos encontrar en internet tomadas desde naves tripuladas aunque sea precariamente, como aquella mítica de nuestro pueblo sacada desde un parapente a la que le dediqué un artículo en esta revista en el último trimestre de 2007 titulado “Hacinas desde el aire, un corazón tendido al sol”, desde la una a la otra, un abismo nos contempla. Pero el avance es imparable y lo que acabo de descubrir, motivo por el cual les estoy entreteniendo ahora, marca un nuevo hito en el conocimiento de Hacinas y sus alrededores. Me refiero a dos reportajes tomados desde sendos drones recientemente: uno está incluido en la serie de documentales de la cadena TVE-2 titulada “Los bosques protectores”, concretamente el emitido el día 20 de noviembre de 2016 con el título “Bosques de piedra”, que es muy fácil volver a ver buscando en la página web de esa cadena (“A la carta”), y el sorprendente y gratificante reportaje aéreo producido por un joven hacínense (otro “JASP”, ya saben, jóvenes, sin duda, aunque sobradamente preparados) y que ha circulado “por las redes” locales en los últimos meses.



Búsquenlo si no lo conocen y les garantizo que su visión no les dejará impasibles. Lo maravilloso de esta nueva forma de percibir la realidad reside, claro, en todo lo que aporta el movimiento. Se mueve usted, como si viajara a lomos del pájaro de plástico, y simultáneamente se mueve todo lo que pasa en la tierra, aunque nadie haya despegado los pies del suelo en ningún momento, ni usted, cómodamente sentado en su casa, ni el autor del reportaje, al que me imagino con su mando a distancia, dirigiendo las operaciones desde el castillo, un suponer. Y a pesar de ello la sensación es auténticamente la de volar. Sorprende mucho apreciar cómo cambian colores y formas cuando se introducen variables de velocidad y altura y cómo la luz (mediodía o crepúsculo) nos devuelve realidades que parecen pertenecer a lugares completamente distintos, aunque no nos movamos de nuestro precioso pueblo.

El excelente video del que les hablo cuenta con un montaje musical que mejora la comprensión de las imágenes y hace otra aportación que no había apreciado hasta ahora analizando las imágenes estáticas: la de brindarnos la mirada de cómo son y qué contienen los lugares más recónditos y escondidos de la geografía urbana, como parcelas, fincas, prados y arreines, en especial cuando los obstáculos a la visibilidad desde el suelo no lo permite. Ganamos en conocimiento, no lo duden, pero perdemos privacidad. Todo sea por la ciencia, en especial si, como pasa en Hacinas, nada hay que ocultar. Ningún demérito puede eclipsar el gran avance que significa lo que les hablo, ni siquiera el hecho de que, como se dijo antes, además de servirnos para admirar la belleza de un pueblo tan bonito como el nuestro, pueda aportar material de estudio a inspectores de hacienda, funcionarios del catastro y chismosos en general. Me dirán que mucho de lo que se ve ya lo conocíamos de tanto asomarnos al castillo o subirnos a la cima de Sancirbián, y si lo dicen no les falta razón, pero creo que a pesar de las atalayas naturales con que la naturaleza dotó a Hacinas, esta perspectiva actual de observar lo mismo pero desde diferentes ángulos casi simultáneamente, ofrece una comprensión de cómo es nuestro pueblo completamente nueva y, por lo tanto, muy diferente a lo que conocíamos hasta ahora.
















Disfruten de esos reportajes y comprenderán que vivimos en una revolución permanente, aunque solo sea en la percepción de la realidad que nos rodea, incluso de la más cercana y cotidiana. Es maravilloso que a este avance contribuyan los jóvenes hacínense quienes, por justicia y méritos, merecían vivir en una época mejor y con más oportunidades. No puede uno resistirse al progreso y, queramos o no, los artefactos voladores que nos muestran cómo somos y dónde vivimos, ya forman parte de nuestro mundo. No se extrañe si cualquier mañana descubre que en el chopo que hay frente a su ventana ya no anidan los gorriones, sino una familia de drones equipados con los últimos avances en multimedia y visión nocturna, y que su imagen tomando el sol ligerito, o ligerita, de ropa en la terraza de su casa, al resguardo de las miradas indiscretas de los viandantes, se ha convertido en “trending-topic” (¡jodo petaca!) en las redes sociales.



Manolo Díaz Olalla


(Publicado en "Amigos de Hacinas", 2º trimestre de 2017)
(Fotos, el aviador terrestre y tripulante de drones  Miguel Jiménez Cámara)