domingo, 25 de septiembre de 2022

En la despedida de María Jesús



Se nos ha ido María Jesús, nuestra Chus, nuestra hermana. Y si nos abstraemos de las circunstancias de su vida, especialmente las de los últimos años, ni su hermana Mariví, ni Paco, su cuñado y el mío, que tanto la quiso y la cuidó a lo largo de más de 50 años, ni yo, ni ninguno de nosotros, pensamos nunca que llegaría este día. Sencillamente porque ella siempre será la niña de la casa, nuestra niña.

Jamás pudimos competir con ella, ni lo intentamos, porque ante los ojos de nuestros padres, Manuel y Agustina, y ante los del mundo, fue la mejor de todos. Y ella lo sabía. Sabía que su sola presencia lo iluminaba todo, que desterraba todas las penas, que nos ponía a todos de acuerdo en un momento y, sin remedio, nos atraía como un imán y nos atrapaba en su red.

Hemos tenido la inmensa fortuna de compartir su vida y, aunque en sus últimos tiempos el terrible mal de la desmemoria y la senectud precoz la fue apartando de nosotros y del mundo, ni por un momento esa adversidad ensombreció un ápice la maravilla que ha sido vivir a su lado.

Con frecuencia pensamos que las personas con alguna diversidad funcional, como la que provoca el Síndrome de Down, enfrentan dificultades de todo tipo para su vida y para la de quienes las cuidan, y es cierto que en muchos casos esto puede ser así, pero si somos capaces de conocerlas mejor, de trascender lo superficial, de hacer una inmersión en profundidad en su mundo daremos la razón a quien escribió que “un cromosoma de más puede borrar toda la maldad de ser humano”. Nuestra madre lo sabía muy bien y por eso publicó en uno de los primeros números de la revista “Amigos de Hacinas” un precioso artículo dedicado a ella que tituló “Los niños del doble amor”, que aún algunos recuerdan.

María Jesús fue la prioridad absoluta de nuestros padres, con el aplauso entusiasta del resto de la familia, y su bienestar y su autonomía el objeto de todos sus desvelos y tareas. Consiguieron grandes cosas, criaron a una hija maravillosa, independiente, creativa y llena de vida y ella les recompensó con todo el inmenso cariño que sabía regalar.

Era un placer verla agradecer las atenciones y cuidados que le daban, especialmente si procedían de nuestra hermana Mariví o de María, su abnegada cuidadora de los últimos 11 años, con caricias y arrumacos, ganándose de esa forma la predilección de todos, e incluso a mí, la muy zalamera, me envolvía con sus ruegos y porfías, en perfectas actuaciones dramáticas dignas de un Goya, cuando debía irme y ella quería que continuase a su lado. Amante de la música, el baile y el deporte, en especial la natación que practicaba con deleite y gran maestría, le encantaban las series, sobre todo “Verano Azul”, los Payasos de la Tele y Operación Triunfo, siendo memorables sus conciertos en el salón de casa, micrófono inventado en ristre y acompañamiento instrumental de este humilde guitarrista.

Hemos despedido a nuestra hermana María Jesús y nos parece mentira. Se fue hace ya dos meses. La hemos dejado en Hacinas, junto a sus padres, Agustina y Manuel, la abuela Margarita, los tíos Casilda y Caprasio, Julia y Jesús y tantos queridos parientes y amigos que allí reposan. Se ha quedado en donde ella, sin duda, quería estar, y en nuestro corazón y nuestra memoria para siempre.

Fue feliz y nos hizo muy felices. Que la tierra y el aire de Hacinas le sean leves.

Descansa en paz. Nunca te olvidaremos.

Hasta siempre Chus querida, vuela alto. Como siempre hiciste.

 

 

Manolo Díaz Olalla

Madrid, 25 de septiembre de 2022