miércoles, 29 de diciembre de 2021

Lechales 41ª: un paseo inolvidable por la Comarca del Arlanza (de la famosa serie "Crónica de lechales")

 


Foto oficial "Lechales 41"




Se celebró este año, los días 29 y 30 de octubre, la reunión 41ª de “Los lechales”, famosa agrupación gastronómico-musical de mozos mayores de Hacinas, que se realiza cada año ininterrumpidamente desde 1980, con excepción del 2020, en que tuvo que postponerse hasta este año por razones de fuerza mayor y de salud pública, léase: la pandemia de COVID-19.

Pero este año sí, este, y para acabar con el mito de que los miembros de esta cuadrilla estamos “sueltos y sin vacunar”, nos agrupamos todos desde temprano en el royo, tan majos, con el carné de inmunización en una mano (solo se dejó subir al autobús al que acreditaba dos dosis) y la caja de FFP2 en la otra (¡cómo cambian los tiempos!), dispuestos a pasar una jornada de confraternización por la Comarca del Arlanza, en la región occidental de la provincia de Burgos, en concreto por los pueblos de Santa María del Campo, Mahamud y sus alrededores. PCR de las últimas 72 horas no pidieron y se agradece, porque el que tuvo dificultades para salir ya venía llorado de casa y los demás, a pesar de la edad provecta o precisamente por ello, ponemos el máximo interés en reducir al máximo las exposiciones que entrañan peligro, y esto sirve tanto para la prevención de la infección por el conocido coronavirus como para todo lo demás.

El caso es que, entre saludos y repaso al anecdotario común y colectivo, pasó la primera parte de la mañana como un suspiro y cuando nos dimos cuenta estábamos a las puertas de la colosal Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de la primera de las localidades citadas, soberbio templo del gótico burgalés cuya colegiata corona una torre que fue reconocida por el historiador y arquitecto Chueca Goitia como la más bella y monumental de todo el Renacimiento español. La Iglesia, además, muy necesitada de recursos para su conservación, reúne una importantísima colección de obras de arte, motivos más que sobrados para ser visitada y admirada por los lectores de esta revista que no la conozcan, a los que se anima a hacerlo. Se avisa, no obstante, de que no será fácil que cuenten con los conductores de lujo que nos atendieron: la guía turística de Santa María y el alcalde de la localidad. Y es que “Los lechales” son leyenda y por donde van despiertan curiosidad, primero, admiración luego, en ocasiones deseos de que se tomen algo y, cuanto antes, las Villadiego.  

No fueron las de esa bonita localidad al norte las que tomamos, sino las del más cercano municipio de Mahamud, a escape, espoleados por la lluvia, donde fuimos a caer, no por casualidad, no, que estaba preparado, en el gran viñedo que nutre las bodegas Buezo, en cuyas modernas instalaciones nos dieron una lección magistral sobre la elaboración de los vinos D.O Arlanza. Nada que no sepa cualquier afamado mozo hacinense, como tuvimos tiempo de demostrar con nuestras atinadas y expertas preguntas, y tanto la visita, como la cata posterior y la comida frente al extraordinario viñedo fueron gratas, instructivas y reconfortantes.

Foto oficial después en el exterior de la bodega, este año dos, paisaje solo y paisaje más paisanaje, para que el lector o lectora escoja la que más le guste. Recomendamos la primera: el otoño tenía la viña pintada de lujo, ya ven, y el cielo encapotado puso eso que llaman “un marco incomparable” para admiración de todos y jactancia de fotógrafos aficionados. Por lo demás, qué decir de “los chavales” que aparecen en la otra, que seguimos al pie del cañón y con más ganas que nunca, pero el tiempo no pasa en balde y han sido dos años muy duros desde la reunión vizcaína del 19.

A Mahamud llegamos después, bonito pueblo de reminiscencias árabes, no solo en el nombre sino también en la historia y que, como el nuestro, posee un royo de justicia, aunque este delante de la impresionante Iglesia de San Miguel. En la pintoresca localidad, cuya visita recomendamos a los lectores, paseamos y echamos las partidas de mus. Anochecido ya, contentos e inspirados iniciamos la vuelta con parada obligada en Castrovido, para deleitarnos con una cena sin sobresaltos y, a diferencia de lo ocurrido durante la rica comida, sin necesidad de explicación alguna. Terminó la velada con el tradicional recital de la música de siempre, que disfrutamos mucho, y que también sirvió para demostrarnos que lo de contentos, pase, pero de inspirados teníamos más bien poco.

Al gintonis del bar de la Plaza, en Hacinas, llegamos pocos y con menos ganas de continuar la fiesta, con lo que se demuestra que lo de los años que se comentó antes no era broma, pero que para la 42ª reunión estamos dispuestos a cargar pilas e insuflarnos ánimos renovados. Porque quedan muchas más y muchos deseos de seguir esta fabulosa saga, si no nos parte un rayo y la pandemia no lo impide.

En fin, amigos y amigas, otra reunión fantástica, de esas que no se olvidan. Seguimos en la brecha.

 

 

Manolo Díaz Olalla

En Madrid, el día de Santa Lucía de 2021

Publicado en la Revista "Amigos de Hacinas", nº 45, 4º trimestre de 2021