martes, 9 de diciembre de 2008

POZOS SIN FONDO



Cada uno es muy libre de tener sus miedos y sus fobias. Yo he vivido muchos años con la angustia de tener que enfrentarme alguna vez al abismo que no tiene fondo y nunca encuentra un final. Creo que debe ser un temor infantil, una fijación de épocas remotas que no he sido capaz de superar del todo. Me imagino al borde de un precipicio o ante un pozo oscuro en el que no se puede vislumbrar dónde está el fondo o si es que tiene, y esa sensación es sencillamente insuperable para mí. En especial si esa sima desconocida está llena de agua.

Si me pongo a pensar creo que todo empezó siendo yo muy niño, cuando me contaban las historias del pozo del castillo de Hacinas. No sólo las que hablaban del becerro de oro que allí se encuentra, y nunca he dudado que así sea, sino sobre la fábula inquietante de que ese pozo esconde secretos inescrutables. Siempre oí que se comunicaba con la fuente de la pililla cercana, en el camino que va desde el camposanto a la era de Pedro (qepd) e, incluso, recuerdo bien que muchos contaban aquélla historia de la burra que viajaba después de ahogada, porque tras caer al pozo del castillo vino a aparecer, hinchada como un escuerzo algunos días después en esa pililla ante los ojos atónitos de unos segadores que bajaron hasta allí para aliviarse del calor. Entra dentro de la lógica, lo diremos, pues resulta más que probable que ese pozo sea en realidad el acceso al sistema de galerías subterráneas que las fortalezas medievales tenían para facilitar la huída discreta de sus moradores en caso de asedio prolongado. Si eso es así hay dos detalles de aquélla historia que aún no me quedan claros: por qué los acaudalados moriscos abandonaron en su huída por cuevas y galerías aquél tesoro del becerro y quién, años después, subió aquélla burra al castillo. O a lo mejor es que se trataba de una burra suicida. La cuestión es que, pozo o túneles excavados, aquélla sima que se abría en la roca del castillo no tenía fondo para un gurriato como yo en la época de los miedos insuperables.

Otro pozo sin fondo que marcó mi infancia, mucho más contundente y rotundo que el del castillo, fue la Laguna Negra de Urbión. Aquél lugar, mágico también, tiene su propia leyenda. Oí contar siendo muy niño que nunca había sido encontrado el fondo de esa laguna. Daban hasta detalles de los hechos probados:


- Al parecer han venido aquí muchas veces gente de ICONA, y los de “El Hombre y la Tierra” y de muchos sitios, y se han puesto en el centro de la laguna y han hecho pruebas con unos aparatos especiales de ultrasonidos que tienen y no han encontrado el fondo.
- ¿Y con una cuerda plomada han probao?
- También
- ¿O sea que no tiene fondo?
- No tendrá… ¡qué sé yo!
- Pues yo me salgo ya que me está entrando canguis
- ¿Pero no te estoy diciendo que es en el centro?… Si aquí nos llega el agua por las pantorras!
- Por si acaso..
- ¡Qué ganas tengo de versos..!
- ¿Cómo de versos?
- Sí, hombre, de versos trasponer y que me dejéis bañarme tranquilo…

Durante años pensé que aquello era un cuento para impresionar a forasteros e incautos. Pero descubrí después que, con menos detalles aunque sin un resquicio de duda, ese preocupante asunto formaba parte del imaginario colectivo, de la leyenda viva, que, generación tras generación pasaba de unos a otros para que de esa manera no se extinguiera la tradición oral. Fue cuando leí el romance de Don Antonio Machado llamado “La tierra de Alvargonzález” (de Campos de Castilla, 1907-1917). Este poema relata una conocida leyenda soriana: los hijos mayores de Alvargonzález matan a su padre para heredar sus tierras, pero estas están malditas, y arrojan su cuerpo a la Laguna Negra. Pero lo sorprendente es cómo reconoce el poeta la curiosidad más turbadora de la laguna. Lean si no:

“Hasta la Laguna Negra, bajo las fuentes del Duero, llevan el muerto, dejando detrás un rastro sangriento, y en la laguna sin fondo, que guarda bien los secretos, con una piedra amarrada a los pies, tumba le dieron.”

No creo que a Don Antonio le contaran también lo de los técnicos del ICONA. Pero está claro que quien me lo contó hace tantos años no hacía más que servir de eco a una leyenda arraigada hasta los tuétanos en la conciencia y hasta en la mitología popular.

Les diré que pensé muchas veces en el cuerpo atormentado del pobre de Alvargonzález y me pregunté dónde habría ido a parar en caída libre si nada le hubiera detenido. Algo le detuvo, sin duda, porque según el poema del insigne sevillano se apareció después a su infame prole a pedirles cuentas y a amargarles la vida, lo que aquí entre nosotros tenían más que merecido. Pero pude averiguar que si no hubiera sido así el cuerpo del atormentado labriego soriano hubiera salido del globo terráqueo cerca de Nueva Zelanda. La burra del castillo, por ejemplo, si no se hubiera detenido en la pililla y hubiera seguido cayendo sin parar por el pozo sin fondo hubiera visto la luz, es un decir, en el punto exacto que aprecian en el mapa, que son las antípodas de Hacinas. Es decir donde viven unas gentes que, en relación a nosotros, llevan una existencia completa y cabalmente cabeza abajo.

Creo que siempre he tenido miedo a los abismos porque todas las historias a las que se les asocia son desasosegantes. Los pozos me inquietan pero aquéllos que no tienen fondo, aquéllos en los que uno cae y cae sin límite ni medida, hasta salir cerca de Wellington si el núcleo terrestre no te achicharrase antes, que no sé qué pintas allí, digo yo, sin conocer a nadie, esos para mí superan en mucho todo lo que me pudiera parecer razonable.



Manuel Díaz Olalla
(Publicado en "Amigos de Hacinas", Diciembre de 2008)

3 comentarios:

palomar olvidado dijo...

De niña no reccuerdo tener miedo del pozo del castillo,tal vez porque estaba tapado,pese que si supiese de su existencia e historias,pero como no lo veia...No daba miedo. De adolescente me tire a nadar,desde una gran roca ,a la Laguna Negra,tampoco temi a su fondo,era una aventura...¡que emocionante!Cuando fui adulta me asuste cuando mi hijo se subio hijo al pozo ...y mi hija paseo por el hielo de la LAguna Negra

EMMA dijo...

palomar olvidado es Emma

MNL dijo...

Gracias.... Muy interesante la reflexión... es curioso como las vivencias de cada uno son casi exclusivas a pesar de haber compartido momentos y lugares...