Lo mejor es no perder la perspectiva, comprender siempre donde estamos ubicados, en qué momento vivimos, cuáles son los antecedentes y, aunque sea con el rabillo del ojo, mirar hacia adelante para calcular en términos realistas el tiempo del que, razonablemente, disponemos. Lo digo porque, indudablemente, los de mi generación afrontamos la última etapa de la vida y eso, queramos o no, nos obliga a reconfigurar de alguna forma nuestro propio papel en el mundo y nuestras relaciones con los demás.
Es un hecho, ya podemos ir firmando que muchas metas que
alguna vez nos propusimos no las alcanzaremos: no hablaremos inglés a la
perfección si ya no lo hemos hecho, no jugaremos en primera división, no
tendremos una banda de rock and roll con la que tocar por las noches en locales
de mala nota ni nos concederán el Nobel de Física. “Ni falta que nos hace” dirá
más de uno y, si lo dice, tampoco le faltará razón.
Tengo a mi alrededor mucha gente embargada por una
melancolía sublime no exenta de un pesimismo a mi modo de ver injustificado, que
considera que estamos para el arrastre. Los hay que han decidido comprarse el
mejor coche “porque, total, será el último”, hacer el viaje de sus sueños
“porque este no lo voy a repetir” o, incluso, liarse la manta a la cabeza y
cambiar radicalmente de vida “porque si no lo hago ahora ya no lo haré nunca”. En
ocasiones “el empujoncito” se lo dan otros, como el traumatólogo cuando les
dice “esta prótesis que le vamos a poner no habrá que recambiarla en el futuro,
porque están durando una media de 20 años”.
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O sea, que me la llevo para el otro barrio.
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Mucho me temo.
Un buen amigo salió deprimido de la consulta cuando el
matasanos le comunicó que ya no le iba a pedir algunos análisis de los
habituales porque, aunque se le detectara algún problema maligno “es tontería,
con su edad se va a morir antes de cualquier cosa que de un tumor”.
Tenemos poco tacto, esa es la verdad, y con eso no ayudamos
a afrontar lo que queda con positividad y optimismo. Hablamos del
envejecimiento activo y saludable, pero en la práctica no nos lo tomamos en
serio. Ya que no lo hacemos con el ejemplo, deberíamos predicar con buenos
consejos para llevar una vida sana y recomendar a estos temerosos “adultos” que
afrontan esta fase postrera que hagan ejercicio, consuman una rica y variada
dieta y practiquen una variada y rica vida social, ejerciten por igual mente y
cuerpo, se esmeren en el control de sus problemas crónicos, abandonen el tabaco
y el alcohol y eviten sumirse en la tristeza y la depresión.
Reencontrarnos con nuestras raíces, reconocer y dejarnos
envolver por lugares, sitios o personas que significan mucho en nuestras vidas
es una gran terapia para no caer en esa nostalgia algo destructiva que padecen
algunos de mis conocidos. Por eso y por muchas otras cosas, ustedes me
entenderán, es tan bueno volver a Hacinas.
En mi último viaje, sin ir más lejos, encontré mi tirabequis, que muchos años durmiera el
sueño de los justos en el desván de la abuela, un arma portátil de mucha
categoría. No exagero si digo que fue de los mejores que han disparado cantos por
La Hontana y su contorno. Lo cierto es que me ayudaron a confeccionarlo y
recuerdo que se hizo con materiales de primera calidad: una horquilla bien
pulida de manzano que me buscó mi tío Francisco, una espléndida badana de piel de oveja que apareció en
la casona de Julio y dos gomas perfectas de cámara de bicicleta de Jesús
Molinero. No diré que aticé a muchos ñizes,
no está en mi carácter, ni que le pegué a muchas jarrillas, pero con él participé en alguna portiguilla e hice otras picias
de menor cuantía, lo confieso ahora que ha vencido el plazo de las
penitencias. Viendo esbararse durante
los días de Santa Lucía a unos gurriatos por la ladera de Sancirbian recordé las veces que, haciendo lo mismo que ellos o escolingándonos de las ramas del moral,
nos estrompábamos hasta morirnos de
la risa cuando comprobábamos que no nos habíamos esnucado ni cascado la chinostra
en el intento.
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| Made Dark Fantasy |
En especial y por encima de las cosas, volver a compartir con personas queridas es una medicina infalible para enfrentar con el mejor talante el camino que nos queda, que esperamos sea largo. Cuánto de largo es otra adivinanza que inquieta a muchos, aunque difícil de resolver. Tenemos hoy en día herramientas nuevas que se anuncian como la panacea que revolucionarán la vida de la gente, como la Inteligencia Artificial. Nadie duda de los enormes cambios que su uso producirá en nosotros y en lo que nos rodea. Imbatibles en los procesos de búsqueda, en los análisis predictivos y en los cálculos complejos de probabilidades, no tienen la capacidad de considerar muchas cuestiones imperceptibles y, por tanto, imposibles de medir, que forman parte de las ecuaciones que queremos resolver y que, muchas de ellas, las incorporamos los seres humanos en las valoraciones que hacemos de las cosas y los sucesos. Por ahí aún no nos alcanzan.
Pregúntenle a ChatGPT, DeepSeek o Grok si es posible que vean
el eclipse solar. Uno de estos que notan que están enfilando la última etapa,
lo hizo y estos programas modernos le dijeron que sí, sin lugar a duda, con una
altísima probabilidad. Cuando averiguó que el próximo fenómeno, el que se verá
en Hacinas, será en agosto de 2026 rectificó y dijo que, evidentemente con este
contaba si no había novedad, pero que se refería al que sucederá el 5 de
diciembre de 2048, oscurecimiento completo del astro rey que será visto en
América. Tras hacer una recomposición de lugar y algoritmos estos adivinos de
la nueva tecnología le recomendaron que, por si acaso, aprovechara el del año
próximo porque nunca se sabe.
Vivo rodeado de gente estresada porque no quiere perder
ninguna oportunidad de las que brinda la vida en la última etapa. Sufren lo que
llamo el síndrome del remate final. Los hay tan exagerados y temerosos de lo
que pueda pasar que han decidido no comprar plátanos si están verdes.
Manolo Díaz Olalla
Segovia, el día de San
Mateo, patrón de Logroño y día mundial del Alzheimer, de 2025
Nota. Los términos que aparecen en cursiva forman parte del hacinés
original y su significado se puede consultar en el “Diccionario tradicional del
siglo XX de un pueblo serrano-burgalés” de Jesús Cámara Olalla
