El 28 de octubre de 2017 se
celebró otra edición de la reunión anual de lechales, un clásico del otoño
hacinense, esa gozosa ocasión, la número 39 sin fallar ni un solo año, en que
los amigos se reúnen, se congratulan no solo de encontrase sino de encontrarse
bien y se dedican durante algo más de un día a los cánticos, los abrazos, los
recuerdos y la degustación de manjares y caldos, algunos espirituosos, que
habrá que decirlo todo.
El encuentro fue organizado en
esta ocasión por Arturo quien nos preparó un programa para la mañana del sábado
lleno de emociones. La más notable fue la visita guiada a la cueva “Galiana
Baja”, en las entrañas del cañón del Río Lobos en su parte soriana, una
experiencia de espeleología avanzada que transcurrió por una de las simas más
impresionantes de Castilla, poniendo a prueba los nervios y la sangre fría de
los más templados de la cuadrilla. También nos obligó a embutirnos en trajes de
espeleólogo, para solaz y despiporre de propios y extraños, un auténtico mono
de minero con su culera plástica y todo, por aquello de esbararase con comodidad por las piedras húmedas de la gruta. ¡Ay
si nuestras madres, tías y abuelas hubieran conocido este complemento del
vestuario cuando pasábamos las tardes de nuestra infancia rompiendo pantalones
en la ladera de sancirbian, en
especial en esos descensos desafortunados en que el cartón se quedaba clavado
en una piedra y los mostrencos seguíamos bajando, a culo limpio, hasta la casa
de Timoteo!
Penetramos, no sin cierto resquemor,
al abismo, sí, entre estalagmitas, gours y coladas, y allí conocimos la ignota
belleza de las profundidades de la tierra después de sentir el efecto de la
sobredosis de adrenalina que se acumula en venas y arterias al practicar estos
deportes de elevadísimo riesgo. Dos horas y media de aventura por aquél averno que nos
reconfortó y que no olvidaremos fácilmente. Como tampoco se nos quitará
fácilmente de la memoria, y eso que ya flaquea un poco, la experiencia de vivir
la segunda de las emociones que nos tenía reservada la fría mañana soriana: la
degustación de unos torreznillos exquisitos, todos de concurso, en el Burgo de
Osma. Acabamos esa parte de la jornada con la comida de fraternidad que se
celebró en un precioso establecimiento de Rioseco de Soria donde, y para no
andar dando vueltas a lo tonto modorro, también echamos la partida mientras
caía la tarde.
Podemos decir sin miedo a
equivocarnos que somos una de las cuadrillas más musicales de Hacinas, del
partido de Salas y de parte de la comarca de La Demanda, así que entrada la
noche perpetramos uno de nuestros ya míticos conciertos en Castrovido, concretamente
en el bar de Begoña, donde ya están acostumbrados, primero en play back, después a capela y finalmente
al natural como los buenos diestros, mientras compartíamos algunos platillos calientes
y brindábamos otra vez por la paz, la armonía, el placer de celebrarlo
nuevamente y, también, por seguir batiendo records
tan majos y tan mozos.
En fin, otra jornada fantástica
que hemos querido compartir con todos y todas, para lo que dejamos aquí esta
pequeña crónica y algunas pruebas gráficas.
Así sea.
Manolo Díaz Olalla
(Secretario de la
cofradía)
(Publicado en "Amigos de Hacinas", último número de 2017)
Foto oficial encuentro Lechales'39 |
Julito miliciano |
Agustín esbarándose con mucho estilo |
Comida |
Cante "jondo" |
Javi pirata |
Cuando pusieron "lo agarrao" |