martes, 29 de diciembre de 2009

CRÓNICA DE LA XXX REUNIÓN DE LA COFRADÍA DE AMIGOS DEL CORDERO LECHAL


Se celebró el pasado 24 de Octubre la reunión anual de la “Cofradía de Amigos del Cordero Lechal” con todo éxito de participantes y de disfrute. En esta ocasión se celebraba el 30 aniversario de tal acontecimiento, motivo que aún suscitó más emotividad alrededor del encuentro que, desde 1979 y sin faltar un solo año, reúne a un buen grupo de amigos hacinenses que residen en diferentes lugares de la geografía nacional para compartir una buena comida y unas horas inolvidables de amistad y gratos recuerdos. A celebrar este magno aniversario acudieron puntual y tempranamente, ya que la cita se fijó a las 9 de la mañana en la puerta del Ayuntamiento, los siguientes amigos (por orden de aparición como en las películas de época):
Jesús, Gabri, Agustín, Paquito, Felipe, Carlos, Manolo, Ignacio, Julio, Teo, Alberto y Miguel Ángel. El conductor de todo (“menos del codo” que decía un contemporáneo de los concurrentes, el popular Locomotoro) fue, como siempre, otro amigo fijo de este evento: El Güay, de Salas.
Esta reunión se celebró en una zona maravillosa del norte de la provincia de Burgos: El Valle del Rudrón y el Cañón del Ebro. La actividad cultural, uno de los aspectos más interesantes de estos encuentros, según la opinión de los asistentes, siempre y cuando no quite mucho tiempo a las otras actividades que a continuación se relatan, fue especialmente espléndida por la riqueza artística de los monumentos visitados (la iglesia Románica de Moradillo de Sedano con sus sorprendentes columnas psicodélicas), por el interés cultural de los centros que nos mostraron la riqueza de esos valles (el centro de interpretación de Sedano) y por la espectacularidad de los paisajes y lugares que visitamos: el pueblo de Pesquera de Ebro con su abismal mirador al cañón de ese río, Orbaneja del Castillo con sus cascadas milenarias o el pintoresco pueblo de Valdelateja. Allí fue donde se celebró una de las escenas más emocionantes de la representación anual: la de darse al buen yantar mientras se comparten charlas, bromas y unas buenas horas de sobremesa y amistad. El lugar escogido para ello no pudo haber sido más acertado, el Asador de Santa Centola en ese fantástico pueblo, donde gracias a todo el arte del cocinero/asador y a la gentileza de las gentiles camareras, catamos un cordero lechal (algunos un chuletón de buey) de lo mejor que hemos disfrutado en estas salidas históricas. Los entrantes excelentes y de los postres ni hablamos, ya que con seguridad a más de uno se le enmudecerían los ojos recordándolos.

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jueves, 29 de octubre de 2009

4 Km


En cuestión de pesos, longitudes y volúmenes, el sistema métrico decimal y lo consensuado en la 1ª Conferencia General de Pesos y Medidas de París de 1889 no admiten discusión, pero estarán de acuerdo conmigo en que a veces necesitamos algún “patrón” cercano y manejable, de esos de andar por casa, para poner en referencia cualquier dimensión, ayudándonos así a comprender mejor el tamaño de las cosas.

A ver si me explico. En Cuba, por ejemplo, la unidad de volumen más utilizada en la cocina es la latica de leche condensada.

-… y ¿cuánto arroz le pongo?
- No sé… como dos laticas de leche condensada.

Mi madre, excelente cocinera, también tenía claras las dimensiones de las cosas en la práctica culinaria común aunque dentro de un planteamiento, ¿cómo diría?, completamente autodidacta.

- …y si le añades un poco de caldo te queda buenísimo.
- Un poco… ¿cómo cuánto?
- Pues un poco así, más o menos.

Siempre he pensado que por no entender cómo de grandes eran “los pocos así” de mi madre en la cocina nunca pude hacer unas patatas con bacalao ni la mitad de buenas que las de ella.

Mi abuela fue otro ejemplo para mí de lo imprecisas que pueden resultar las medidas si se expresan en el sistema internacional y, sin embargo, lo efectivas que resultan cuando se miden según otra escala de mesura y de valores.

- ¿Dime abuela, cuántos litros de agua vas a necesitar?
- ¡Qué litros, ni litros…! Con que me traigas dos viajes de agua de Los Cubillos tengo bastante.

Ella tenía sus cálculos claros, y siempre le salían bien. Por ejemplo y a saber: para lavar un poco de ropa (unas rodillas, dos toallas y algún mandilón de trajinar en casa) 2 viajes de agua (4 calderos en su sistema particular de conversión de unidades); para bañarse y dependiendo del tamaño de la víctima y la gravedad del ensuciamiento, entre 3 calderos (gurriato no muy sucio) y 6 ó 7 (persona mayor que acaba de cambiar la cama a los cochinos) y así sucesivamente.

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jueves, 9 de julio de 2009

EL SACAMANTECAS

Dice siempre un buen amigo mío que él no es supersticioso porque esas cosas traen muy mala suerte… Y no dudo que así sea… aunque detrás de esa exhibición forzadamente humorística no hay duda que se esconde un gran supersticioso.

Y esas cosas irracionales no están mal y tienen hasta su gracia mientras no trastornen nuestras vidas, nos empujen a hacer cosas absurdas o peligrosas o nos conviertan en fanáticos siervos de algún dios pagano de esos que tienen los pies de barro y arrastran, como imanes, conciencias y voluntades.


ALTAR DE LA "DIFUNTA CORREA"

He visto muchos de esos que se han apoderado de la vida de la gente. Caminar por carreteras argentinas, por ejemplo, es encontrarse cada pocos kilómetros con unos altarcitos en las cunetas cubiertos de botellas de agua mineral. Se los dedica la gente a la “difunta Correa”, un personaje mítico aunque histórico, que vivió durante las guerras montoneras, de quien la gente asegura que murió de sed mientras amamantaba a su hijo porque nadie quiso darle agua. Se alternan estos altares con otros algo más elaborados coronados por un pañuelo rojo. Estos se dedican al “gauchito Gil”, un bondadoso muchacho que vivió en la misma época que la difunta y fue cruelmente degollado por no querer luchar contra los que creía suyos. La leyenda, la superstición bien establecida, asegura que después de tan deplorable suceso el asesinado concedió importantes beneficios a sus verdugos, en forma de milagros inesperados, y a todos los que, desde entonces, imploran su colaboración.

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